Después de la cosecha, que se debe hacer siempre en el punto adecuado de maduración y por medios que eviten dañar el fruto, la aceituna es transportada al molino, en nuestro caso, a la Cooperativa del Camp de Bellaguarda.
La aceituna se transforma en aceite de oliva virgen extra después de un cuidadoso proceso de prensado que debe iniciarse no más de 36 horas después de la recolección, para evitar alteraciones que modifiquen su calidad, como por ejemplo que pueda coger humedad y afecte al sabor del aceite de oliva virgen extra.
Las aceitunas limpias son trituradas por diversos medios; el molinillo de martillo es uno de los más utilizados. El resultado es una pasta que contiene la pulpa y el hueso de la aceituna. En una segunda fase, la pasta es introducida en una batidora para conseguir una masa homogénea.
Tradicionalmente realizada con prensas hidráulicas, desde los años 70 se utilizan centrifugadoras de eje horizontal llamadas decanters que, al girar a más de 3.000 rpm, consiguen separar la materia seca, el agua de vegetación y el aceite (con cierto contenido de agua) gracias a la diferencia de densidad.
El aceite obtenido de la centrifugación horizontal aún contiene agua, que se eliminará casi en su totalidad gracias a una centrifugadora vertical.
El último paso es el filtrado, que ayuda a retirar la humedad en suspensión. Después de esto, se deja reposar un mínimo de dos semanas, lo que contribuirá a separarlo de posibles restos de humedad y partículas en suspensión que aún pudiera retener. Una vez obtenido el aceite, y antes de su envasado, éste debe ser conservado en depósitos especiales a temperatura controlada y alejados de la luz del sol, para preservar sus características organolépticas.
El aceite de oliva
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El aceite de oliva es la base de la dieta mediterránea, ampliamente reconocida por su contribución a mejorar la salud cardiovascular. El ácido oleico, principal componente del aceite, es el responsable de este efecto beneficioso, siempre y cuando se consuma en crudo o sin que supere altas temperaturas.
El ácido oleico se trata de una grasa monoinsaturada que ayuda a reducir el colesterol y puede ayudar a prevenir problemas cardiovasculares y metabólicos. Al intervenir en la regulación del metabolismo de los lípidos, juega un rol fundamental en el mantenimiento de un peso corporal saludable.
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESAN) recomienda el uso de aceite de oliva "para aliñar, en fritos y guisos", y sitúa este producto en la base de la pirámide alimentaria recomendada, entre el grupo de alimentos que deben consumirse "a diario, varias veces".
El aceite de oliva
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El aceite de oliva es la base de la dieta mediterránea, ampliamente reconocida por su contribución a mejorar la salud cardiovascular. El ácido oleico, principal componente del aceite, es el responsable de este efecto beneficioso, siempre y cuando se consuma en crudo o sin que supere altas temperaturas.
El ácido oleico se trata de una grasa monoinsaturada que ayuda a reducir el colesterol y puede ayudar a prevenir problemas cardiovasculares y metabólicos. Al intervenir en la regulación del metabolismo de los lípidos, juega un rol fundamental en el mantenimiento de un peso corporal saludable.
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESAN) recomienda el uso de aceite de oliva "para aliñar, en fritos y guisos", y sitúa este producto en la base de la pirámide alimentaria recomendada, entre el grupo de alimentos que deben consumirse "a diario, varias veces".
El contenido de ácido oleico es mayor en el aceite de oliva virgen, por lo que la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria recomienda "el consumo de aceite de oliva virgen, tanto para cocinar como para aliñar", fijando el consumo diario recomendado de 3 a 6 raciones de 10 ml (una cuchara de sopa).
El aceite de oliva virgen extra es, además, particularmente rico en vitamina E, un antioxidante natural que reduce el envejecimiento de los tejidos y, por su baja acidez, contribuye a prevenir y curar úlceras gastrointestinales.
Es especialmente recomendable para aderezar o con pan, en mayonesas y salsas finas, en verduras, carne, pescado o marisco a la brasa, o aportar un toque de sabor a sopas y cremas.
Su uso sublima el sabor de salsas, guisos y estofados. Hay que decir que es perfecto para utilizar incluso en fritos, pues no penetra en el alimento gracias a su elevado punto en el que se quema, aportando un suave toque de aroma afrutado sin restar ligereza al plato.
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